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31 ene 2016

DENUNCIA, NO TE CALLES! (ACABEMOS CON LA CASTA!)




Por motivos que aún desconocemos, recientemente, en el espolón fanfástico, al Risco San Vito, el gran Maestre intentó asesinar a un discípulo (de nacionalidad francesa, estamos investigando si esta circunstancia tiene que ver con los hechos).
Como pudimos saber por una fuente fidedigna, los hechos corrieron de la siguiente manera: después de colocar las cintas (ver vídeo adjunto que se admitirá como prueba nº1) y bajarse de la vía, el gran Maestre se quito los gatos, se dirigió hacia el discípulo y mirándole a los ojos, le dijo: “chaval (es verdad que el discípulo es casi de la edad de un chaval comparada con la del gran Maestre, así que no se formalizo con el tono coloquial), no te dejes impresionar por los alejes,  la vía no pasa de...jeje ….V+”.  No contento con esto, le dejo la primera cinta chapada, como un cebo perfecto, irrechazable.
 Pese a sus dudas, el discípulo, confiando a ciegas en las palabras del gran Maestre, y además armado con su 6a+ de la semana anterior, se dejo convencer y arranco con la vía.

Aquí, conviene aclarar que la vía es en realidad un 6b de los de antes, que los alejes llegan a 5 metros y que el discípulo tiene en toda su vida en la Pedriza 2 pasos cortos de 6b, cada cual conseguido tras varios pegues y caídas. Elementos bien conocidos del gran Maestre.

Un primer pequeño resbalón a un par de metros del suelo no tuvo consecuencias, ya que la primera cinta esta chapada.  Exaltado, casi transportado, por las palabras del gran Maestre, el discípulo fue progresando y chapó la segunda. A duras penas, siguió para arriba pero fue cuando se encontró bloqueado, 3 metros por encima de la segunda chapa y todavía a 2 de la tercera, que obtuvo una visión clara y nítida de la situación, grado de la vía incluido. Ya por fin lucido, en su cabeza, dudo entre intentar desescalar, hacer una caída “controlada” o lanzarse de un salto tipo tigre a por la cinta, pero el gran Maestre, vigilando su obra de reojo desde abajo, abatió otra carta de peso. Le aseguro con gestos de abundancia que a partir de ahí encontraría multitud de balmas, de repisitas, regletas y agarres de todo tipo para la manos. Que la clave estaba en ir despacito.
El discípulo, ingenuo donde los hay, siguió confiando en el gran Maestre y estando de todas maneras contra la pared,  no tuvo más remedio que seguir para arriba. Sobra decir a estas alturas que evidentemente no encontró ni rastro de balmas, repisas o agarres. Nada. Cada paso era una ruleta rusa. Con buen juicio, el discípulo se encomiendo entonces a la Providencia divina y hay que reconocer que ésta desplegó todos sus esfuerzos porque milagrosamente llego hasta arriba. A 3 movimientos por metro, 35 metros de vía hacen más de 100 milagros seguidos. Matemáticamente imposible, como bien sabía el gran Maestre. Era el crimen perfecto. Pero los caminos del Señor son misteriosos, incluso para él y la suerte estuvo del lado del discípulo.

Frustrado este primer intento de asesinato, el gran Maestre se fue sin decir nada a la Pendulitis para montar otra encerrona. Iba progresando con normalidad, montando la vía cinta tras cinta, pero la justicia Divina, que casi se queda con un alma menos, se la tenía guardada. Cuando iba justo por encima de la última chapa de la travesía, apareció de repente un viento enorme y helado que le cogió cual Faraón por las aguas del mar rojo, obligándole a retroceder y renunciar a su plan. La ira del Señor, a través del viento, le azotaba sin piedad, haciéndole resbalar continuamente, casi levantándole de la pared, en horizontal, paralelo a la vía. La cara del gran Maestre se iba tiñendo de blanco, su sonrisa picara congelándose, se parecía cada vez más al muñeco, regalado en la cena de septiembre. Abajo queríamos irnos, dejándole colgado ahí. Se salvó por los pelos, logrando desescalar y recuperar todas sus cintas, tirando incluso de artimañas con la cuerda nueva del discípulo para llegar abajo con tal de no dejar un maillón.
El gran Maestre dejo para otro día la cuenta abierta con la Pendulitis, y gracias a la Providencia el intento de asesinato quedo frustrado y todo el mundo se fue a por unas litronas abajo.